Educación Emocional en la Infancia

Todos hemos oído esa frase paternal que dice “yo le doy a mis hijos todo lo que no he tenido  o no me han dado”, una frase llena de buenas intenciones y amor que en la práctica crea unas implicaciones catastróficas en las relaciones entre padres e hijos, así como en el desarrollo maduro de los implicados.

¿De qué “todo” hablan los padres? ¿Qué es eso que necesitan los hijos? El vértigo del día a día conlleva  mantener las necesidades principales de los hijos para su supervivencia: comida, higiene, ropa y un techo; después viene el mundo escolar, con todo lo que ello conlleva en gastos y estrés; luego están las extraescolares que están muy de moda, saturando las horas de la tarde para que padres e hijos estén muy ocupados. En casa el televisor sigue manteniendo a la familia entretenida; las tecnologías como el ordenador, las plataformas de videojuegos y el móvil ayudan a ausentarse aún más de los demás. Se le compra el mejor móvil, la ropa más moderna, los videojuegos  más actuales. Se le dice al hijo todo lo que tiene que hacer, hay padres que incluso deciden qué tienen que estudiar. En otras ocasiones, hay padres que dejan que sus hijos hagan lo que quieran y sean totalmente libres de hacer lo que deseen, sin normas, sin disciplina, sin horarios, sin limitaciones. Los hijos criados en el” tengo todo lo que pido porque mis padres me dan todo lo que no tuvieron” llegan a la adolescencia convertidos en tiranos que reinan en su familia, que no saben gestionar la frustración de no conseguir lo que desean; llegan insensibles e indiferentes hacia los afectos de los demás. La otra variante, la de los hijos que se ven obligados a encarar una vida hecha a medida por sus padres , y aquí se incluye todo aquello que los hijos no han pedido o no desean; llegan depresivos a esa etapa en la que tienen que estudiar una profesión que han elegido sus progenitores; llegan con ansiedad por no tener las capacidades que se esperaba de ellos,; y un largo etcétera de ejemplos que los convierte en el prototipo de adultos que se moverán por el mundo según el ejemplo que les hemos dado.

Si bien es cierto que ser padres no se enseña, a ser hijo tampoco. Sin embargo, podemos enseñarnos a nosotros mismos y a ellos a ser personas, a no ver a nuestros hijos como objetos de nuestra posesión, como si todo lo que hacemos por ellos fuera una inversión de futuro llenándolos de nuestras expectativas o una manera de saldar cuentas con nosotros mismos a través de ellos.

¿Qué es aquello que realmente te faltó cuando eras niño? ¿Cuál es la necesidad más básica de un hijo? Ser reconocido y ser escuchado. Tan simple como complicado de llevar a cabo, porque no sabíamos cómo hacerlo ya que no se nos enseñó.

Se trata de atender al niño como a nosotros mismos, de tenerlo presente, de contar con él, de que sienta que es un miembro de la familia y no un objeto que se lleva y se trae; que tiene unos derechos y unas obligaciones. Que sea escuchado no por lo que dice sino por lo que siente. Que se sienta acompañado. Que se le hable bien. Que se le dé razonamientos, y se le repita las cosas tantas veces como sea necesario. Y sobre todo, nosotros como padres, cuidar lo que decimos y hacemos delante de ellos, porque somos el principal ejemplo que va a imitar. No se puede ir predicando sin dar ejemplo, porque si no los niños entenderán que les estamos enseñando que para sobrevivir en el mundo tienen que ser incoherentes, y así serán en la vida y en sus relaciones, sin llegar a comprender por qué es infeliz y tiene tantos problemas.

Belén Álvarez es la terapeuta holística creadora de la página y escritora del Manual 1.0 del Pequeño Saltamontes. Con un profundo compromiso con el desarrollo personal y profesional, Belén aporta diez años de experiencia, investigación y conocimientos en el acompañamiento, gestión de recursos y herramientas para la resolución de conflictos emocionales, energéticos y espirituales.

Boletín

Reflexiones semanales sobre el desarrollo personal

Sabemos que los retos de la vida son únicos y complejos para todos. Mi compromiso es ayudar a encontrarte a ti mismo y a comprender todo tu potencial.